¿Quién le dice “NO” a la suegra?

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Escena 1: una mamá defensora a ultranza de la lactancia materna exclusiva se entera de que, en su ausencia y sin autorización, la abuela le dio a su bebé agua de manzanilla para “refrescarlo”.

Escena 2: una mamá siente cuestionada su capacidad de crianza cuando la abuela insiste en que al bebé hay que ponerle vino blanco en la fontanela para que duerma más horas.

El detrás de cámaras: la mamá soy yo, la abuela es mi suegra, el bebé es mi hijo con apenas dos meses de vida.

Si estas microhistorias las hubiera leído antes de ser mamá pensaría que la sabiduría popular debe tener cabida en la crianza y que los conocimientos son para compartirlos de generación en generación. Hoy pienso igual pero le agrego algo: como mamá soy yo quién define cuáles de esos conocimientos quiero aplicar en la crianza y los demás deben respetarlo.

Mi suegra ha sido una gran mujer, para ella solo tengo cariño, gratitud y admiración; me ha acogido como a una hija y se desvive por mi niño. Sin embargo, en algunas situaciones durante mi postparto me sentí vulnerada por sus acciones o palabras. 

Ahora, con cabeza fría y sin el coctel hormonal encima, creo que todo se debió a dos situaciones: ella, al igual que yo, se estaba enfrentando a un papel desconocido (el de abuela) y, en medio de ese aprendizaje, le faltó empatía y respeto hacia mi proceso, y yo no tuve claridad ni recursos emocionales para comunicar de manera oportuna lo que me molestaba o esperaba de ella. Es decir, con buena comunicación y unos límites claros me hubiese ahorrado momentos que si bien no fueron mayores, sí me generaron tristeza y estrés.

Realmente mi situación es tierna comparada con casos de mamás cuyas suegras le han notificado a terceros que serán los padrinos de bautizo de sus hijos sin consultarles, las ignoran o las maltratan en privado pero en público son las más queridas, las desautorizan frente a sus peques, se burlan del tipo de crianza o alimentación que ellas eligen, hablan todo el tiempo de lo maravillosas e insuperables que son las ex parejas de sus hijos, etc.  

¿Y ahí qué hace uno? ¿Llora? ¿Se enoja? ¿Guarda silencio? ¿Sonríe y luego se desquita con el marido? ¿Huye? ¿Pone la escoba detrás de la puerta?

La respuesta tiene tanto de largo como de ancho: Hablar. ¿Con quién?

Según Enara Amarillo, psicóloga y directora creativa de Corporación Dijoma, especializada en mujeres, maternidad y crianza, nuestra pareja tiene sobre sus hombros esa tarea pues le corresponde fijar límites y garantizar que sean respetados por su mamá (también aplica para suegros, cuñados y cualquier otro familiar político): “Una vez hacemos pareja decimos adiós a la infancia, nos vamos de la casa y formamos una casa nueva y esto debe tener un prioridad. Entonces, ¿cuál es la prioridad: mantener a mi mamá contenta o construir y mantener una familia?”.

Amarillo explica que tener claras las prioridades depende mucho del grado de madurez de nuestros compañeros y del tipo de vínculo que hayan construido desde la infancia con sus madres. Sin embargo, en nosotras también cae una responsabilidad y es la de buscar un equilibrio en las cargas familiares:

“Suele ser muy fácil írsele encima a los suegros y suele ser muy difícil establecer esta misma diferencia con nuestros padres. En las parejas hay muchos conflictos por la manera en que tú tratas a tu mamá y cómo tratas a tu suegra, a veces son muy parecidas y se quieren límites para la suegra pero para la mamá no. Eso no es equitativo y trae muchos problemas”, afirma.

En su canal de YouTube, la psicóloga hace un lista de los tipos de suegras con las que nos podemos topar en el camino y aclara que cada una tiene su manera de expresar sus rasgos de personalidad.

Inmadura

Busca ser el centro todo el tiempo, compite con frecuencia con los nietos y contigo por la atención de su hijo. Por ejemplo, si hay una salida familiar siempre logra que el destino sea el que ella elige, se haga lo que ella quiere y todo gira alrededor de sus gustos, sus historias o su estado de ánimo.

Metida

Se involucra de forma abusiva en todas las situaciones y decisiones de tu hogar. Siempre tiene una opinión, muchas veces no pedida, y suele ponerse como ejemplo de todo cuánto tú hagas: “yo lacté más tiempo que tú”, “yo crié más hijos que tú”, “yo hacía lo mismo que tú y me quedaba tiempo para mantener el apartamento divino”.

Víctima

Manipula a través de la tragedia, le pasa todo lo negativo pero nunca tiene la culpa. Si en algún momento le quieres poner límites hace show y terminas siendo tú la mala: “como me dijiste que no querías hablar entonces no te volví a llamar y no te conté, pero estuve en la clínica y me salieron mal los exámenes”.

Infantil

No solo quiere ser amada sino venerada y admirada, cree que tiene derecho a todo y no logra ver que en lugar de dar, la familia que se está conformando necesita recibir. Es amiga de la ex de tu pareja sin entender que no está bien traer al presente algo que su hijo dejó en el pasado.

Desentendida

Aparentemente es la suegra ideal porque no se mete en nada y aparece de vez en cuando. El problema es que cuando llega quiere ejercer control sobre el entorno y como la forma de violencia con su hijo es la ausencia, él hace todo cuánto ella pide porque sigue esperando que ella esté presente para él, para sus hijos y para ti.

Leo esto y siento preocupación por mi hijo, de apenas tres años, porque tengo un poquito de todos los tipos. Y me pregunto ¿cómo haré para ser buena suegra?, ¿qué pasos seguir para no hacerle la vida de cuadritos a las futuras parejas de Alejo? La respuesta según Enara es construirme una vida propia donde la meta no sea mi hijo.

“La ideal no es metiche, es incondicional, uno puede encontrar apoyo en ella sin que tenga un interés por detrás; es la que no quiere hacer de tu casa su objetivo y que no quiere robarte la vida. El problema más grande de las suegras es que no hacen una vida y no aceptan que su hijo ya creció. A todas nos toca, en algún momento tenemos que hacer lo mismo y dejar a nuestros hijos en paz”.

Cuando nace un bebé nacen un papá y una mamá y con ellos, los abuelos, los tíos y una serie de nuevos vínculos que modifican las dinámicas emocionales y familiares. Si en todo este proceso mamá te sientes sobrepasada por conductas u omisiones de tu suegra u otro familiar busca ayuda, en ocasiones el temor a la diferencia o al conflicto nos lleva a cargarnos de dolor, rabia, inseguridad y otros sentimientos que pueden desencadenar en depresión o ansiedad.

A veces es mejor estar colorado un rato y no, pálido toda la vida. Lo dice mi suegra y yo le creo.

 

Cuento historias desde el corazón. Como nunca aprendí a cantar me volví periodista y desde que nació mi hijo dedico mis letras y mis horas de estudio a la salud mental en la maternidad. Soy @lexygaray


21 comentarios


  • Liliana

    Ufff. Las suegras son otro planeta. Gracias por este artículo que me orienta sobre como hacer poqreu la mía es una mezlca de todas las anteriores.


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