¡Mamá, tienes sangre!, el día que mi hijo supo que menstruaba

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Pasé mi infancia y adolescencia en colegios femeninos, donde me dejaron muy claros "los deberes de la mujer en sociedad", entre muchas otras cosas por supuesto. Recuerdo en esa época sentir culpa por la manifestación de mis hormonas y también sentirme incómoda y muy desubicada con mi menstruación. Situación bastante paradójica al estar rodeada de mujeres por tantos años.

Crecí viviendo la menstruación como días, sólo como eso, días que requerían preparación para evitar al máximo cualquier accidente bochornoso, días que vivimos todas las mujeres, ni más ni menos.

La historia continuó siendo así hasta que hace un par de años en una conversación cualquiera oí que existía LA COPA MENSTRUAL ¡¿qué es eso?!, confieso que pregunté sin mayor interés en la respuesta.

La conversación y la fanaticada de la copa me persiguieron hasta que caí. Al estrenarla tuve suerte de principiante, y como la suerte va y viene la segunda vez no me acompañó.

La anécdota:

Mi hijo y yo comúnmente compartimos la ducha, me encanta que me acompañe con sus ruiditos y películas mentales en el baño. Esta vez la felicidad de recibir el agua se vio interrumpida por un grito inesperado que gracias al eco del baño me dejó en blanco, luego de unos segundos de verlo gritar sin parar reaccioné en cámara lenta y toqué el agua pensando que se estaba quemando, cuando logró respirar señaló y gritó evitando mirarme “tienes saaaaaaaaangreeeeeeeee”.

Inmediatamente me miré y pude entender la escena escalofriante que estaba viviendo mi hijo de 4 años, mientras me limpiaba y me quitaba el jabón de encima le expliqué que yo estaba bien. Cuando nos vestíamos nos acompañaba un silencio profundo.

Quise pensar que nos olvidaríamos de aquella escena, quise evadir la respuesta que debía darle, pero su voz me perseguía por la casa ¡¿mami ya tienes puesto el pantalón¡?? ¿¿ya estás vestida?? ¡No quiero ver sangre! ¿Por qué tenías sangre?

No, no podía evadir esa respuesta, ya suficiente me había evadido yo misma durante años, ignorando mis cambios, mi energía femenina, mi esencia, no podía hacerme eso una vez más y sobre todo no podía seguir cultivando esa inconsciencia en mi hijo, porque sí, la inconsciencia se metaboliza y va de generación en generación. Parece lora Pachamama, pero la copa menstrual fue uno de los primeros pasos que di para mirar dentro de mí, para sentirme llena de vida.

Lo miré a los ojos y como un cuento le expliqué que las mujeres cambiábamos como la luna, para él todo tuvo mucha lógica, ahora va gritando a cuanto baño entramos si me puede ver o si la luna casi casi no se ve y me está saliendo sangre.

Me encanta darme cuenta de que mi hijo está siendo consciente que las mujeres somos cíclicas, me libera poder decirle que me siento sensible, que alivio saber que él también está reconociendo la energía femenina que alberga en su ser.   

No sé si él olvidará el día que me vio sangrar, para mi fue la oportunidad perfecta de reconocerme lejos de la vergüenza, y una vez más darme cuenta gracias a él  que mis respuestas son decisivas en su espíritu y en el mío

 


2 comentarios


  • Elizabeth Orozco

    Genial leer esta historia y darme cuenta que ya somos más las que compartimos sin tabús nuestro ciclo a nuestros hijos; a mi también me paso que un día mi hijo que como todos de pequeños no te dejan ni para entrar al baño, pues entro y me vio con sangre,solo que el salio corriendo a contarle a la abuela que su mamá tenia sangre y pues obvio tuve que explicarle…ya luego de muchos años y con mis hijos grandes conocí de la copa y tome la desición de usarla, todo esto con el ánimo de mis hijos y planeandolo con los 3 ( 2 hombres y una mujer) quienes veian youtubers recomendandola y diciendo que es lo más y pues la verdad si !! Así que totalmente feliz de vivir esta experiencia…


  • Paula

    Que bella. Gracias por compartir tu experiencia. Y hacerme saber tal ves que en efecto somos como la luna. Con ciclos con vida real y cambiante. Abrazos!


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