¿Por qué es importante acompañar la lectura de tu hijo?
Todas las historias necesitan de alguien que las escuche. Porque la mayoría de las veces, después de oírlas, verlas o leerlas, lo que realmente buscamos es alguien con quien conversar sobre el tema…
Por: Raquel C Cuperman – Creciendo Leyendo
La vida está llena de historias: el chiste que contaron en la fiesta, la noticia que aparece en los medios, el partido de fútbol de la selección, la anécdota de lo que pasó hace pocos días. Éstas y muchas más son válidas a nivel personal, pero adquieren un verdadero sentido cuando se pueden contar a otro, cuando se pueden compartir.
Con los niños pequeños pasa exactamente lo mismo. Ellos quieren hablar sobre aquello que descubrieron; necesitan confirmar lo que vieron o entendieron. Levantan la mirada y buscan los ojos del adulto para encontrar allí la certeza y la respuesta. Otras veces solo quieren sentir a su alrededor el brazo del adulto que los acoge, que les muestra que no están solos, que alguien más está a su lado para acompañarlos a descubrir el mundo que los rodea. Esa compañía le da la fuerza para saber que va por un buen camino, que está haciendo las cosas bien o que, si no, alguien está ahí para ayudarlo a enderezar la ruta.
Los libros están llenos de historias: ¡todos los libros! Los que cuentan, con textos e imágenes, lo que le pasó al protagonista, los que informan algo sobre la vida (planetas, animales, plantas, etc…) y los que muestran el mundo sólo a través de imágenes.
Cuando los niños toman un libro en sus manos buscan encontrar esa historia: aquello que le pasó al conejo cuando no hizo caso a mamá, al oso cuando se perdió en la nieve blanca, al tractor que se quedó sin gasolina o al gallo que se quedó dormido y se olvidó de despertar a todos sus amigos. La misión de los adultos es acompañarlos a descubrir y a descifrar esa historia. Si no saben leer, necesitan que el adulto les ayude a dar sentido a las letras y dibujos que ven plasmados en el libro. Si ya dominan la lectura, necesitan al adulto para que confirme su comprensión o simplemente para atravesar juntos esa historia.
Pero, la realidad a veces es distinta. Los adultos entregan el libro al niño como un elemento distractor que le permita entretenerse sólo con el propósito de poder dedicarse a lo suyo durante ese rato. Los adultos y formadores creen que el saber leer está acompañado de valentía y soledad, que dominar el proceso lector va de la mano con la madurez cognitiva que garantiza la comprensión del texto en cuestión y … ¡cuánto se equivocan!
Las historias se viven mejor en compañía, se procesan y se aprende más de ellas cuando se atraviesan con otro. Por eso, los libros son objetos de cuatro manos. Los niños necesitan que los adultos estén ahí cuando encuentran una historia, porque pueden perderse sin su compañía. Los pequeños solo pueden hojear el libro, sin comprometerse con la historia, sin entender que cada cosa que se lee, escucha u observa deja una huella que permitirá comprender mejor el mundo que los rodea.
"Se necesitan cuatro manos para que el libro deje de ser un pasatiempo y se convierta en fuente de información y sabiduría"
Se necesitan cuatro manos para que el libro deje de ser un pasatiempo y se convierta en fuente de información y sabiduría; para que el libro deje de ser papel y tinta para convertirse en un amigo inseparable. Se necesitan cuatro manos para pasar las hojas con calma, para leer cada palabra y entender cómo se entretejen las ideas dentro de esa historia allí escondida; cuatro manos para entender que las imágenes allí también son parte esencial de lo que se cuenta.
Pero, lo más importante es que se necesita al otro para comprender que la literatura es un juego de relaciones y conexiones, porque la historia sólo adquiere sentido cuando ella trae a la memoria otras canciones, imágenes, vivencias o conocimientos que la ayudan a ubicar en el tiempo y espacio.
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Muchas gracias. ?Como puedo iniciar sesion?
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