¿Lactar?, ¿no lactar?, ¿cuánto tiempo?, ¿dolerá?, ¿seré una vaca lechera?, ¿y si no me sale suficiente leche? Estas son algunas de las miles de preguntas que nos hacemos cuando estamos embarazadas

Surgen todo tipo de preguntas, más la presión generada por las diferentes experiencias de lactancia que te cuentan durante todo el embarazo, algunas de terror y otras con final feliz.

Sea lo que sea siempre queremos ser positivas e intentarlo; en mi caso,  desde que supe que estaba embarazada sentí una ilusión enorme por lactar, me imaginaba como en un comercial de televisión amamantando a Sienna.

Arrunchadas🍼🐶 #nomedejanmover #siennadezubiriavidal #juanadez

Una publicación compartida de Daniela Vidal (@danielavidalmarin) el 10 Ago, 2016 a las 12:11 PDT

Durante el embarazo compré cuanta vaina existía para la lactancia; el último extractor, brassieres, pads, pezoneras, tés para estimular la bajada de la leche, almohadillas frías, calientes, cojín, cremas y hasta bolsas para almacenar la leche. Sí, en mi cabeza yo iba a ser una vaca lechera. Peeeero mi proceso de lactancia fue bastante difícil y, sobre todo: frustrante.

Hice todo mi esfuerzo, usaba el extractor para sacarme leche después de cada toma de ella, me hice masajes, tomaba té, agua de hinojo, pero nada funcionaba, literalmente ¡NO ME SALÍA CASI NADA!

Con las emociones revueltas, sintiendo algo de culpa y abrumada por la decepción. Tomé la decisión de empezar a complementar las tomas de Sienna con leche de fórmula. Y obvio, pasó lo que todas sabemos que pasa… mi hija poco a poco fue perdiendo el interés en mi leche, y lo poco que me salía, se acabó.  Cada vez era más trágico, Sienna lloraba cuando me veía alistándome, y así, poco antes de los 3 meses me sequé sola.

La lactancia es un proceso hermoso, pero también sumamente difícil, en el que las mamás nos sentimos juzgadas hagamos los que hagamos. 

¡Claro que me sentí frustrada! Confieso que me cuestioné, me sentí mala mamá y hasta floja por no haber intentado más. Gracias a Dios estuve rodeada de amigas que ya eran mamás y me acompañaron con sus consejos para librarme de sentimientos de culpa. Pero el apoyo más importante fue el de mi esposo.

Fue él quien me sacó de la frustración, me levantó el ánimo y me ayudó a entender que el no haber podido lactar NO me hacía mala mamá. Me repitió una y otra vez que no había dejado de hacerlo por pereza o por no tener la voluntad de querer hacerlo.  A través de él entendí que esto no había pasado por capricho mío, sino que se me había salido de las manos. ¿Que si hubiera podido manejarlo diferente? ¡Seguro! Pero hoy con toda tranquilidad pienso que hice lo mejor pude, con la información que tenía en el momento.

Una vez solté la situación, el drama terminó, Nicolás me confesó que el tema de mi lactancia estaba tornándose inmanejable para él, pues aparte de afectarme emocionalmente a mí, estaba afectando a Sienna y a él, que le dolía mucho verme así. En ese momento, logré seguir adelante, y en lugar de seguir tratando de amamantar a mi bebé y transmitiéndole sentimientos negativos, dejé de culparme y juzgarme. Me sentí feliz y tranquila cuando la vi plácida, tomándose sus teteros sin sufrir.

No puedo ni quiero negar que me hubiera ENCANTADO lactar más tiempo, sé que la lecha materna es lo más especial que existe y que tiene un sin fin de beneficios para los bebés y mamás, pero también me siento bien con la decisión que tomé en ese momento. Mi hija gracias a Dios ha sido una niña sana, con un desarrollo ideal en cada etapa de crecimiento y lo más importante FELIZ.

Nuestro mejor regalo! Feliz Navidad para todos!!! 🎄🎁#siennadezubiriavidal 📸 @glowphotosessions

Una publicación compartida de Daniela Vidal (@danielavidalmarin) el 24 Dic, 2016 a las 8:11 PST

Escribiendo mi experiencia con la lactancia no pretendo por ningún motivo decir que la leche de fórmula es igual o mejor que la leche materna, eso JAMÁS, nada puede reemplazarla, sólo quiero contar mi experiencia.  Conozco casos de niños criados sólo con leche materna que son muy sanos, pero también conozco niños que desde el día 1 han tomado leche de fórmula y también lo son.

Admiro profundamente a las mamás que lactan a sus hijos hasta lo que más pueden. 6 meses, 1 año, 2 años o hasta más, para mi son unas ¡duras! Sobrepasar el dolor, la mastitis, las grietas y tantas cosas que vienen con ese proceso merece reconocimiento; Pero también aplaudo y admiro a las otras mamás que trataron y no pudieron o simplemente tomaron la decisión de no hacerlo. ¿Por qué? Porque es algo personal, nadie debe juzgar (y me incluyo) si una mamá lo hace menos o más tiempo del que consideramos “normal”.

Las ventajas de tener un chef en la casa 😜 @nicodezubiria #siennadezubiriavidal probó por primera vez la comida de sal y la papilla se la hizo su papá! Ahuyama, pollo, un tris de sal y papa criolla 😋 Le encantó!!! Perfecta para bebés a partir de los 7 meses 💜 #lacocinademamá #lacocinademamárecetas

Una publicación compartida de Daniela Vidal (@danielavidalmarin) el 11 Feb, 2017 a las 11:17 PST

La lactancia es un proceso hermoso, pero también sumamente difícil, en el que las mamás nos sentimos juzgadas hagamos los que hagamos.  Si son menos de 6 meses es malo porque no es suficiente, si es mas del año es malo porque supuestamente ya la leche no tiene los mismos nutrientes que el bebé necesita y sumado a esto la gente se escandaliza porque el bebé ya tiene dientes y come. Entonces ¿cuál es el tiempo correcto? ¡TODOS! ¿Por qué? porque es decisión de cada mamá decidir hasta cuando quiere lactar.

Nuestros hijos necesitan mamás felices y tranquilas. La crianza no depende sólo de este hecho. 

Como ya lo he dicho, estoy convencida de que cada mamá trata de medida de lo posible y de lo imposible lo mejor para sus hijos, y la lactancia no es la excepción.

Por eso les quiero decir ÁNIMO a las que estén pasando por un momento difícil en esta etapa, mi más profunda admiración para las que han logrado sobrepasar todos los obstáculos. Y, tranquilas a las que estén tomando la decisión de parar después de hacer todo lo humanamente posible.

Nuestros hijos necesitan mamás felices y tranquilas. La crianza no depende sólo de este hecho. Además, todo lo que sintamos nosotras lo van a sentir nuestros hijos y nada mejor que transmitir amor, paz y tranquilidad, no importa si esto viene de la de la leche materna o de un tetero de fórmula. Lo que verdaderamente importa es que finalmente se refleje en nuestros hijos.