El tabú de ser una mamá triste

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*Artículo avalado por Milton Murillo, psiquiatra docente de la Universidad del Rosario

 

Antes de quedar en embarazo no imaginaba que formar vida o traer una personita al mundo podía ser algo tan desafiante. Como la mayoría, desde niña tenía una noción romántica de la maternidad: la felicidad infinita al cargar los hijos por primera vez, la alegría de verlos dar sus primeros pasos y oír sus primeras palabras. De esto nos hablan todo el tiempo en comerciales de pañales, en películas, revistas y canciones; pero no nos hablan del lado oscuro de ser mamá ni nos cuentan que con la maternidad duele el cuerpo y, a veces, las emociones.

Hoy mi hijo tiene dos años y medio y puedo decir con confianza que ya me encuentro al otro lado del túnel pero no me da pena reconocer que desde que quedé en embarazo he afrontado en soledad muchas horas de miedo, ansiedad, rabia, desconcierto y tristeza.

Sentirse no es pecado, ¿por qué satanizar todo lo que trae un cambio tan profundo como la llegada de un hijo? Es como hacerle un duelo a la mujer que éramos antes porque después de parir somos otras completamente diferentes: los cambios físicos y hormonales se suman a lo desconocido que trae cada bebé, sus necesidades, sus formas de llorar y de pedir mirada, las horas de insomnio mientras nos partimos de cansancio, lo complejo de lactar, el miedo a ser menos productivas en el trabajo, las dudas al sentir que no seremos suficiente, la rabia ante la indiferencia de la gente cuando necesitamos apoyo, el desconcierto ante la ausencia física o emocional de una pareja.

"Hay tanta insensibilidad y tan poca empatía con una mujer que está aprendiendo a leer a su bebé; nos cargan de toneladas de presión por ser mamás ..."

Es natural sentirse sobrepasadas por tantas opiniones, por tantos “haz esto”, “no lo hagas así” o “es que tú no sabes”. Hay tanta insensibilidad y tan poca empatía con una mujer que está aprendiendo a leer a su bebé; nos cargan de toneladas de presión por ser mamás perfectas, sonrientes, bonitas, alegres, tonificadas, maquilladas, ordenadas.  Nos juzgan y ni siquiera preguntan cómo estamos. No logro entender por qué nos empeñamos en desconocer lo complejo que trae algo tan bonito y personal.

Por eso hoy vengo a decirte mamá que no está mal tener momentos de tristeza y de llanto, sentirte abrumada, querer encerrarte en el baño en silencio por unos minutos, sentir la necesidad de apagar el mundo por un instante para escucharte o simplemente para dormir o depilarte.  Eso no te hace mala mamá, no te hace mala mujer. No está mal que en ocasiones sientas nostalgia de lo que eras y de la vida que tenías antes de tu embarazo o que quieras irte de tu casa por un par de horas, sola. Necesitas tiempos para reencontrarte y entender la vida que tienes ahora, no es algo menor.

En ocasiones esa tristeza deja de ser esporádica y pasa a ser permanente, acompañada de llanto excesivo, dificultad para relacionarte con tu bebé, sentimientos constantes de desesperanza, vergüenza o culpa; episodios de angustia incontrolable, pensamientos suicidas o disminución de tu capacidad para pensar con claridad y tomar decisiones. Si tienes uno o varios de estos síntomas busca la ayuda de un profesional en salud porque podrías estar ante un cuadro de depresión post parto que, contrario a lo que muchos creen, no es flojera tuya, ni es drama, ni son ganas de llamar la atención; ¡no! Es una complicación del parto igual de importante que una preeclampsia posparto, una mastitis o una hemorragia. Y como tal, debe ser tratada por un experto.

La maternidad es un reto para todo el núcleo familiar, no solo para la mujer que pare. Por eso papás, abuelitos, tíos y amigos deben entender que cuando nace un bebé también nace una mamá y ambos tienen una necesidad natural de contención, cuidado y apoyo.

Si ustedes tienen en su entorno a una mamá escúchenla, pregúntele qué necesita, cómo se siente, en qué pueden ayudar. Muchas veces la respuesta será tan sencilla como “por favor lava los platos”, “prepara la comida mientras yo duermo” o “cambia al bebé”. En otras ocasiones se encontrarán con que esa mamá necesita alguien que simplemente la vea llorar y le pase un pañuelo y una lechita tibia con azúcar.  También es posible que esa misma mamá les diga que no puede con todo, que no quiere seguir.

"Todos esos llamados de auxilio deben ser atendidos sin condiciones. Estén presentes para la mujer que acaba de abrir su cuerpo para dar vida..."

Todos esos llamados de auxilio deben ser atendidos sin condiciones. Estén presentes para la mujer que acaba de abrir su cuerpo para dar vida, aunque ella parezca tenerlo todo bajo control es posible que en su interior esté librando una batalla monumental, sintiéndose sola y sin saber cómo avanzar.

Pregunten siempre, escuchen y observen. Si notan algún signo de alerta busquen ayuda profesional. No juzguen, no opinen si no les preguntan, en nuestro corazón las mamás siempre sabemos qué hacer pero tenemos tantas voces alrededor cuestionando nuestras acciones que a veces se nos embolata la capacidad de creer en el poder arrasador del instinto.

Esto no es regla de oro. Seguramente hay mamás que desde su primer día de embarazo todo fue luz y felicidad y así ha sido cada día de la vida de su bebé. Bienaventuradas ellas, yo no hago parte de ese grupo. Yo, al igual que muchas mujeres, en algún momento del puerperio quise tirar la toalla (y no por eso amo menos a mi hijo); alguna vez, muerta de miedo pensando en mi proyección laboral, me pregunté si embarazarme fue una buena decisión y nunca tuve la confianza conmigo o con otros para confesarme vulnerable, confundida y triste.

Hoy, dos años y medio después sigo sintiéndome superada por algunas situaciones de la maternidad, la diferencia es que ahora entiendo que tengo la posibilidad de pedir ayuda porque no estoy obligada a poder con todo. Sé que no está mal ser una mamá con días grises porque el haber tenido un hijo no me quita mi condición de ser humano, vulnerable y complejo. Ya no me da miedo levantarme algunos días sintiéndome una mamá triste. Eso no está mal.


56 comentarios


  • Sandra

    Gracias por ese mensaje. Tengo gemelas de un año, soy madre soltera y hay momentos que los días son muy grises. Aunque tengo el apo


  • Vali

    Me encantó muchas gracias por tus palabras de aliento uno llega un momento que se abruma de escuchar tanto que se siente infeliz y es muy fácil decirnos estás con estrés pos parto y lo que más uno quiere es silencio no juzgado… Yo tengo a mi bebé de un mes y hay días hermosos hay días que no quiero saber ni de mi


  • Natalia

    Muchas gracias por tus palabras, tengo hasta hora 2 meses de embarazo, y aunque cuando me enteré me ouse feliz, ahora ne siento confundida, sobretodo vpor el miedo de dejar todos los sueños y metas que no alcancé a cumplir. Me sentí tan identificada con lo que dices, esto no me lo esperaba y no creo que me acostumbre, dejar mi vida, mi libertad, no estoy preparada aun. Esos momentos de miedo y angustia siento que le hacen daño a bebé y quisiera no sentirme así, pero es inevitable


  • Sandra

    Tengo tres meses de embarazo, después de un pérdida hace años sin buscar quedé embarazada otra vez,sentí una enorme felicidad pero ahora con tantos malestares siento que el embarazo me sobre pasa y nadie entiende que es horrible sentirse tan mal y encima saber que no esta enferma que es un proceso natural, nada te prepara para esto y es horrible. Me siento una mala embarazada


  • DQM

    Tengo 2 meses de embarazo y me siento muy mal, no hayo consuelo, me siento desesperada, angustiada, a veces me despierto que se me quiere salir el corazón del miedo, solo quiero estar acostada y llorar, no siento conexión con mi bebe, no me siento feliz como muchas personas dicen, es normal?


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