Por encima del cáncer y un diagnóstico de infertilidad.
Si hay algo que compartimos desde la infancia las mujeres, es el sueño de ser mamás. Por su puesto que no todas sueñan locamente con la maternidad, pero sí la mayoría. Sea cual sea el camino que recorramos en el amor, las mujeres sentimos que en el momento que así lo decidamos, nuestro ser está hecho para gestar vida. Damos por hecho que todo está ahí listo, esperándonos, para cuando queramos ejercer nuestro derecho de ser madres. Somos poderosas, valientes, libres y dueñas de nosotras hasta el momento en que no podemos cumplir el sueño de procrear.
En silencio, con dolor y vergüenza muchas parejas viven la infertilidad. ¿Acaso no estamos hechos para traer vida? ¿Por qué nunca nadie habló de esta posibilidad? Nadie nos preparó para responder a la presión social de la pregunta ¿para cuándo los hijos?
A los siete años de noviazgo, Víctor y Evi se comprometieron con la idea de formar una familia de varios hijos, con una vida laboral estable y el apoyo de la familia, todo estaba listo para celebrar un matrimonio del que nadie dudaría.
A tres meses del evento nupcial, en uno de sus viajes de trabajo fuera del país, Víctor se sintió indispuesto. Tras un chequeo general que le realizaron en el hotel, el médico sugirió seguir el protocolo en la clínica donde terminó pasando la noche. Al abrir los ojos, lo esperaba la noticia que padecía leucemia, y como si no fuera con él, se vistió, salió de la clínica y esa misma noche volvió a Bogotá.
Los planes habían cambiado. Evi ahora lloraba contemplando la idea de poder perder al hombre con el que se iba a casar en tres meses. 36 horas después del diagnóstico todo estaba listo para que Víctor iniciara quimioterapia, no sin antes tener la visita de un especialista en fertilidad dado que el tratamiento podía afectar su capacidad fértil. Sí, además de encontrarse en la lucha contra el cáncer, la esperanza de vivir el sueño de una familia de varios hijos ahora dependía de un tratamiento de fertilidad.
Durante el tratamiento y antes del trasplante de médula, Evi y Víctor se casaron por lo civil haciéndole honor a la vida. Después de dos años de cuidados extenuantes para lograr la recuperación de Víctor, reciben una llamada del banco de esperma para informarles que el año está próximo a vencerse, así que con muchos miedos toman la decisión de enfrentar el tratamiento de fertilidad antes de que pasara más tiempo. Entre los dos, ahorran los 35 millones de pesos que costaba en ese momento un intento de fecundación in vitro, e inician el tratamiento de la mano de uno de los médicos más reconocidos de Bogotá. Y como si la vida les hubiera querido devolver algo de lo que les había quitado, el primer intento resultó en embarazo.
Este no fue precisamente un embarazo que las mujeres idealizamos, a pesar de las excelentes condiciones de Evi para gestar vida, su primer embarazo fue de alto riesgo, en cama, retuvo líquidos, subió 30 kilos, todo terminó en una cesárea de urgencia y Víctor, por su lado, viviendo la peor noche de su vida: Evi en cuidados intensivos, Helena, su hija recién nacida, en cuidados intensivos neonatales y el sólo en casa.
Después de un mes de cuidados intensivos e intermedios, Helena Amada salió para empezar a darle alegría y sentido a todo lo que sus papás habían atravesado, y aunque aquí la historia ya pareciera tener un final feliz, todavía faltaba algo por completar la cadena de sorpresas de dos jóvenes que no pasaban siquiera los 30 años.
Quiero hacer un alto en la historia para mencionar el momento que Evi me confesó haber sentido más rabia con la vida, fue precisamente cuando le entregaron el resultado del espermograma de su esposo. A pesar de que habían sido advertidos de las consecuencias de la quimio para alterar la capacidad fértil de su entonces prometido, sólo cayó en cuenta de lo que esto implicaba cuando el conteo de espermas había resultado en ceros.
Retomando la historia, ya con Helena Amada en casa, después de casi tres años de altibajos emocionales, los nervios de Evi parecían tener tregua, su bebé prematura crecía y su esposo no había vuelto a pisar una clínica desde el trasplante de médula.
A los 7 meses del nacimiento de Helena, Evi siente cambios en su cuerpo, su regla no llega y aunque estaba claro que las probabilidades de un embarazo eran de un cero por ciento Víctor supo al verla una mañana que estaba embarazada. Una prueba de sangre confirmó el milagro; estaban viviendo nuevamente la espontaneidad del destino, esta vez a su favor, un embarazo perfecto, sin complicaciones y un nacimiento a tiempo era la historia de Elías, una vida que la ciencia nunca podrá explicar.
Veo la foto de Evi, Víctor, Helena Amada y Elías en WhatsApp y parece que esta historia de eventos desafortunados o afortunados fuera producto de mi imaginación. Gracias familia Varty por mostrarme una vez más que el tiempo peor invertido es queriendo controlar lo incontrolable, el destino y su extraña forma de manifestarse.
Muchas gracias. ?Como puedo iniciar sesion?
Un admirable ejemplo de fe, fortaleza y mucho amor. Que Dios los siga bendiciendo y le permita compartir juntos una larga vida. Un abrazo. Los queremos…
Pablo, Grace, Sofía y Valeria
Queridos Victor y Evi. Que sean bendecidos con una larga vida y que vean muchos naches de sus preciados hijos Milagrosos.
En ustedes vivimos Nueva confirmacion de que Hashem dirige el mundo. Para la familia Varty / Varticovski, este es un recordatorio constante, ya que, como saben, muchas vidas de nuestra familia fueran transformadas por milagros Divinos.
Amor de su tia Chaya.
Conozco personalmente esta familia, los dos son unos guerreros!!! Pudo más el amor que la enfermedad, y gracias a Dios por permitirles que sus sueños se hicieran realidad, toda mi admiración a esta hermosa flia!!! Los quiero con todo mi 💖
Una familia increíble que superó todos las dificultades, luchando con amor y dedicación. Un fuerte abrazo
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