El fantasma de la mamá de Instagram

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Por: Lexy Garay Álvarez

 

De María Clara Rodríguez y Mabel Cartagena, antes de tener a mi hijo, yo solo sabía que eran presentadoras de farándula. Entraron a mi radar personal en una noche de insomnio dura, de esas que llegan cuando uno aún no entiende que los bebés en realidad no duermen como bebés.

Mi niño tendría tal vez un mes de vida. Tipo 2 de la mañana estaba buscando en Google información milagrosa con una pregunta ingenua pero muy desesperada: ¿cómo lactar con los pezones rotos?.  Mientras en la pantalla del celular rodaban enlaces con remedios caseros, yo lloraba con angustia y en silencio. 

Me dolía todo: aún me dolía la herida de la cesárea, la espalda me estaba matando, estaba hinchada todavía, me sentía viviendo en un cuerpo que no era el mío y pues para qué redundar con el drama de los pezones. Por dentro, emocionalmente hablando, me sentía triste, desubicada y muy sola.

En medio de esa madrugada me encontré con un post de María Clara Rodríguez sobre lactancia materna en la playa. ¿What? ¿Yo no podía lactar a mi bebé en mi cama y ella, sonriente con flores rojas en su cabeza, posaba con su hija lactante en la arena, al lado del mar?

Me metí en su perfil de cabeza como buscando en ella el remedio a mis pesares. La vi de vestido, en bikini, de jean, con sus perros, con su esposo, en casa, en la finca, estrenando cejas, visitando a sus papás. Yo solo supe llorar más.

De ahí salté al perfil de Mabel Cartagena y de paso, ojeé los de un par de conocidas mías que se habían convertido en mamás. Esperaba encontrar una vida menos soñada pero el panorama fue muy similar. Esa noche no pude dormir, se me instaló en la cabeza la idea de que algo estaba haciendo yo muy mal en esto de ser mamá para que mi vida hubiera cambiado tan drásticamente y la de ellas aparentemente no.

"Pasé varios días buscando mamás influenciadoras en un ejercicio muy masoquista. Más que ocupar el tiempo libre (que no tenía) en labores de stalker, quería encontrar algo, por mínimo que fuera, para sentirme identificada con ellas."

Pasé varios días buscando mamás influenciadoras en un ejercicio muy masoquista. Más que ocupar el tiempo libre (que no tenía) en labores de stalker, quería encontrar algo, por mínimo que fuera, para sentirme identificada con ellas. Buscaba algún asomo de tristeza en sus ojos, una sombra de ojera o la evidencia del cabello recogido a la carrera en una cola de caballo. ¡Nada!

Hoy creo que mi desespero existencial de la época (con cierto tufillo de envidia, debo reconocerlo), era en realidad un pedido a gritos de apoyo, de acogimiento. La culpa, obviamente, no era de María Clara, ni de Mabel, ni de Ana Karina, ni de Carolina, ni de ninguna de mis némesis maternas. Tampoco era mía por estar anhelando algo que en realidad no existe. Aquí no había culpa, solo necesidad.

Y es que plataformas como Facebook e Instagram más que simples redes sociales son herramientas de marketing personal. Exponernos como en realidad vivimos no es tan divertido porque son espacios reservados para mostrar lo feliz que somos y lo bien que nos va en la vida.

Lo complejo de ese mar de fotos brillantes y envidiables, cuidadosamente seleccionadas, es que puede generar impactos emocionales negativos cuando nos exponemos a él en estados de vulnerabilidad. En la mayoría de los casos no se trata de una distorsión de la realidad o de dificultad para entender que muchas de esas publicaciones tienen fines publicitarios, solo se trata del anhelo de sentir que tenemos control nuevamente de nuestras rutinas, nuestras emociones y nuestro cuerpo; el mismo control que según las fotos tiene la mamá de las redes sociales.

Para Milton Murillo, psiquiatra docente de la Universidad del Rosario, estas plataformas refuerzan los estereotipos alrededor de la maternidad: “Por ejemplo en Instagram es muy común encontrar la parte bonita, siempre la barriguita perfecta sin estrías, con la pareja, la mamá sonriente y el bebé rosadito de catálogo; son cosas que no siempre pasan. Muy rara vez las publicaciones hablan de las dificultades emocionales que llegan junto a los cambios físicos”.

¿Por qué a estas alturas de la vida aún hay una cara oculta de la maternidad? Creo que es porque a nosotras todavía nos cuesta reconocer que estamos muertas de sueño, que nos duele hasta el pelo, que vemos como una derrota no lactar o que nuestros hijos no pasen la noche derecho, que de vez en cuando queremos matar al marido, que el sexo se fue al traste por un tiempo, que el nuevo cuerpo no nos gusta. Nos cuesta un montón porque sentimos una presión social muy grande y, de alguna manera, inconsciente tal vez, necesitamos encajar en el molde creado por otras mamás con vidas muy diferentes a las nuestras.

"Si una mujer se mete a redes y ve todas estas modelos pues obviamente va a decir ‘qué me está pasando, yo no estoy siquiera cerca de esto..." Milton Murillo, Psiquiatra 

Según Murillo, las redes no necesariamente desencadenan o profundizan la depresión postparto pero sí contribuyen a generar momentos de estrés emocional: “Si una mujer se mete a redes y ve todas estas modelos pues obviamente va a decir ‘qué me está pasando, yo no estoy siquiera cerca de esto, el embarazo me entró en reversa o yo debería estar divina tanto física como emocionalmente’”.

Y pues aunque uno rebose de amor y ternura, después de parir un hijo todas quedamos muy lejos de la divinidad física y emocional. Pero las redes cuentan otra historia; para la muestra, la foto de Megan Markle, apenas 48 horas después de dar a luz al séptimo heredero de la corona inglesa, perfectamente peinada, maquillada y hasta entaconada.

Creo que tal vez las mujeres corrientes como yo proyectamos en esas ‘hipermamás’ la necesidad ancestral de tribu, de red de apoyo cercana. Cada vez se hacen más pequeños los círculos de apoyo por situaciones como la migración o la reducción de los núcleos familiares. Nos quedamos (o sentimos) solas en esto de aprender a ser mamás; tememos ser juzgadas por mostrarnos ignorantes o frágiles, por no estar siempre sonrientes y bien arregladas, por no aprender de un tirón a combinar con éxito ser mamá, esposa, trabajadora y los otros muchos roles que llevamos.

Las redes sociales siempre van a estar y tienden a expandirse aún más, los estereotipos no van a desaparecer, no siempre será fácil hacer tribu. ¿Entonces?

Tenemos una concepción medio religiosa e ideal de la maternidad cuando realmente es un proceso fisiológico de desequilibrio físico y emocional. En la medida en que naturalicemos un poco más eso se puede combatir la presión que hay alrededor de las mamás”, dice Milton.

Mi traducción: debemos hablar más de nuestros dolores, contar nuestras dudas, mostrarnos más humanas y menos virtuales. Aprendamos a reconocer con naturalidad todos los grises de la maternidad y así será menos duro navegar por ella.

Hace un año me di un regalo de madre muy simbólico: escribí una carta agradeciéndome por cada etapa de la maternidad superada. Cuando terminé lloré mucho, ya no con la angustia solitaria de esa noche navegando en el Instagram de María Clara sino con la convicción de que todo pasa y que, de alguna manera, las mamás siempre lo logramos.

Este año mi regalo simbólico no es para mí, es para ustedes que me leen y es para las mamás que seguramente no me leerán porque están preguntándose por qué la maternidad no se les da ni parecida como a las famosas. A todas ustedes las aplaudo con el alma porque lo están haciendo de la mejor forma que saben hacerlo y eso vale un mundo; celebro su vida, su lucha y sus desvelos (que hablan más del amor inmenso por sus hijos que de los ciclos irregulares de sueño de ellos).

A ustedes mi admiración y mi humilde invitación para que desde el corazón se reconozcan como mamás todopoderosas que tienen ganados ya muchos likes de los seguidores más importantes: sus hijos.


8 comentarios


  • Mónica

    Cuando se escribe con la tinta del corazón, las líneas llegan al alma al de quienes tenemos el bello regalo de la maternidad.
    Lexy que buen articulo: real, terrenal, actual. Los cambios abruptos de ánimo (más lágrimas que risas), los dolores, ardores, desajustes corporales, insomnio, sueño en horas inadecuadas, agotamiento y miles más son los que nos tallan y esculpen en otra mujer luego de tener un hijo.
    Bienvenidas más líneas cómo estás Lexy. Te quiero hasta el infinito.


  • Lexy G

    Gracias María Elena por leernos y por compartir tu experiencia. Tienes toda la razón, es una labor dura y ahora, más que nunca, muy solitaria. Saludos.


  • María Elena

    Me sentí muy identificada con tu artículo, viví la maternidad con migrante y realmente adoleces la falta de tribu, ser mamá es cada vez una ocupación más solitaria. Gracias por compartir estos pensamientos:)


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