Lo que me gustaría decir a mis papás pero no me atrevo

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Pocas veces nos preguntamos o tenemos la oportunidad de saber lo que los niños quisieran decirnos, pero no se atreven a hacerlo

La mayoría de los hijos quisieran poder contarnos que algunos de nuestros comportamientos les impactan, les molestan o les duelen, pero sienten miedo de cómo podríamos reaccionar. Dicen “no me atrevo”, “se van a poner más bravos”, “no les va a importar” o  “se van a poner tristes”. La realidad es que si los padres lo supiéramos,  haríamos el esfuerzo de cambiar por ellos.

Recordemos que la única manera para que los papás conozcamos lo que los hijos están sintiendo es que ellos puedan expresárnoslo.  Es así como se construye la conexión emocional entre los dos, que es necesaria para que los niños se sientan queridos, comprendidos, valorados y que les podemos ayudar.

Veamos algunas de las cosas que los hijos no se atreven a decirnos:

1. Siento miedo cuando te pones bravo

Todos los papás sentimos rabia frente a algunos comportamientos de nuestros hijos y podemos reaccionar alzando la voz, expresando esta molestia con nuestros gestos y con nuestro cuerpo. En algunas oportunidades podemos llegar a perder el control, decir cosas que no son ciertas, pegarles o lastimarlos. En ese momentos los niños sienten miedo de lo que puede ocurrir, de que sus papás puedan hacerles daño. Este temor los puede llevar a paralizarse, quedándose quietos sin decir nada; a esconderse o refugiarse en otro lugar; o, a enfrentarlos como si no tuviesen miedo, tratando de explicar a sus papás lo sucedido o adoptando la actitud de “no me importa” con sus palabras o con sus acciones.

Nuestro reto como padres es  que los hijos desarrollen los valores en su interior y no que actúen guiados por el miedo. 

Poco a poco se va creando en los niños un sentimiento de inseguridad y desconfianza con sus padres, quienes dejan de ser las figura de protección que los entienden y corrigen amorosamente. Recordemos que nuestro reto como padres es  que los hijos desarrollen los valores en su interior y no que actúen guiados por el miedo. Abramos la puerta para disculparnos con ellos cuando perdemos el control y les hacemos daño, para que puedan expresarnos lo que sintieron en ese momento.

2. Siempre estás en tu celular 

En esta era de la tecnología corremos el riesgo de ignorar a las personas que están a nuestro lado por estar conectados con quienes están lejos. Cuando no paramos de utilizar el celular en los momentos en que nuestros hijos nos hablan o nos necesitan, ellos sienten que no son lo principal para nosotros, que nuestros amigos o nuestro trabajo son más importantes que ellos.  Quisieran pedirnos que les dediquemos un momento para poder contarnos lo que sienten, necesitan o están viviendo.

Dar tiempo a los hijos no es solo estar presentes, es permitir la conexión emocional con ellos; para lograrla es necesario que dejemos de lado lo que hacemos, los miremos y escuchemos con toda nuestra atención. Solo así sentirán que lo que nos están relatando es importante para nosotros, que son vistos, escuchados y tenidos en cuenta por sus padres. Recordemos que la mejor forma de enseñar es con el ejemplo, mostrándoles cómo manejamos cada experiencia de la vida.

 

3.  Escúchame antes de regañarme

Todos los papás en alguna oportunidad hemos regañado a nuestros hijos sin darles la oportunidad de explicar qué fue lo que sucedió. Tal vez nos hemos equivocado en nuestra interpretación y los hemos sancionado injustamente. Mantener la calma y preguntar ¿que pasó? antes de corregir, permite a los hijos sentir que los entendemos y que somos justos con ellos. Entender no significa aceptar lo sucedido, entender es ponerse en el lugar del niño, es dar valor a sus sentimientos y a su decisión, aun cuando no fuera la correcta.

Equivocarse es parte importante de este aprendizaje y el camino para entender que cada decisión tendrá alguna consecuencia en su vida.

Nuestra misión como padres es acompañar a  los niños en el proceso de desarrollo de la autonomía, de hacerse cargo de si mismos y de tomar sus propias decisiones. Al principio necesitan que las tomemos con ellos y luego que los apoyemos para que lo hagan solos. Equivocarse es parte importante de este aprendizaje y el camino para entender que cada decisión tendrá alguna consecuencia en su vida. Les ayuda a aceptar que está bien equivocarse, que los errores nos permiten avanzar y crecer, a desarrollar la constancia y el coraje para intentarlo de nuevo.

4.  Por favor no peleen

Uno de los temores de los niños es que los papás peleen y se divorcien. Cuando escuchan o participan de sus discusiones y desacuerdos este miedo se activa, sienten temor de perder su familia, de quedarse solos y no tener quien los cuide y proteja. Cuando las discusiones tienen que ver con ellos se sienten culpables por causar las dificultades entre sus padres y ser una carga para ellos. Si las peleas son frecuentes pueden hacerse los dormidos o los distraídos para escuchar lo que está sucediendo entre sus padres e intentar hacer algo para que dejen de discutir y se quieran de nuevo.

 

Tratemos de resolver nuestras diferencias en ausencia de los niños y si no posible, expliquémosles que son temas de adultos y que ellos no son responsables de lo que pasa. Cuando hayamos solucionado la discusión, hablemos con ellos para que sepan que se ha resuelto y recuperen la seguridad en su familia. Enseñémosles que las diferencias hacen parte de la vida y que son necesarias para avanzar y crecer. Que lo importante es aprender a afrontarlas y resolverlas manteniendo el respeto por el otro. Los padres somos los principales modelos de los niños y ellos aprenden de nosotros cómo resolver los conflictos.

5. Me haces falta

Hoy muchos papás y mamás trabajamos fuera de la casa y dejamos a los niños al cuidado de otra persona, las abuelas, las nanas… Mucho se ha hablado de la importancia de que la calidad del tiempo con los hijos es más importante que la cantidad y esto es relativamente cierto. Los niños necesitan compartir tiempo de calidad con sus padres. La relación se construye en la interacción, en las experiencias diarias de la vida, en la seguridad de contar con ellos en los buenos momentos y en los difíciles, en los abrazos y el afecto recibido.

Los niños necesitan compartir tiempo de calidad con sus padres. La relación se construye en la interacción, en las experiencias diarias de la vida.

Trabajar no puede significar delegar esa relación en otra persona. Para construirla es necesario equilibrar los tiempos dedicados al trabajo y a la familia. Tenemos una misión muy importante en la vida de nuestros hijos y ser mamás o papás también es un proyecto que hemos escogido, que nos enriquece y nos hace crecer como personas. Pero lo mas importante es que somos irremplazables en la vida de nuestros hijos. Disfrutemos de esta etapa que pasa mas rápido de lo que pensamos pero que deja una huella imborrable en ellos.

★ Artículo publicado originalmente en Semana.

 


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