6 errores frecuentes que desmotivan y alejan a los niños de los libros

Evitando estos 6 errores frecuentes ayudarás a que tu hijo ame los libros y la lectura...

Así como podemos acercar a los niños a los libros y la lectura, también podemos desmotivarlos con nuestras acciones y palabras. Esto no se produce con intención sino porque no nos damos cuenta del efecto que pueden tener nuestros comentarios y acciones. Cuando nuestros hijos dañan, ensucian o rompen un libro, los amonestamos y ellos pueden asociar el regaño con el libro y optar por distanciarse de él. Cuando los obligamos a leer, los alejamos de la magia de los libros y  convertimos la lectura en un comportamiento asociado a una nota, a algo que  incomoda o aburre, a lo que no quieren hacer.

Cuando como padres somos conscientes de nuestras acciones parentales, logramos más pronto y de manera más efectiva nuestras metas. Cuando logramos  abrir nuestros ojos y oídos a nuestros errores, podemos construir mejores rutinas con nuestros hijos.

A continuación, algunos errores comunes que hacemos los padres en torno a la lectura y al desarrollo del hábito lector de nuestros hijos:

1.CASTIGAR CUANDO NUESTROS HIJOS RASGAN, ROMPEN O DAÑAN UN LIBRO

Es innegable que los libros infantiles de calidad son costosos. Tienen ilustraciones a color, son el resultado de un trabajo de escritura, ilustración y edición  tan meticulosa y detallada que  muchas veces son tan espectaculares como una obra de arte. Cuidamos estos libros como tesoros y no permitimos a los niños tocarlos porque los pueden dañar.

Pero, entonces, ¿para qué se los compramos? ¿Acaso es para dejarlos en el estante más alto y decirles que no los pueden tocar o que deben tratarlos con cuidado? Dejemos que los toquen, acaricien y amen; enseñemos cómo cuidar los libros y cuando se dañen, porque los accidentes ocurren, acompañemos a reparar con cinta y pegante.

 

2. LLAMAR LA ATENCIÓN POR ENSUCIAR LOS LIBROS

Muchas veces usamos el libro como distractor mientras los niños comen. En esos casos, es inevitable que  el jugo de mora, la salsa boloñesa y el pedazo de torta caigan sobre él. Cuando eso sucede, llamamos la atención del niño porque ensució o manchó el libro, lo quitamos rápidamente de sus manos y lo limpiamos. El pequeño nos mira aterrado, porque no entiende porque repentinamente ese “juguete”  cobra tanto valor. En estos casos, puede llegar a coger miedo a tocarlo y ensuciarlo otra vez y  puede simplemente desistir de agarrar un libro en sus manos nuevamente. Si bien existen libros de tela o plástico que se pueden limpiar, el “hábito forma el monje” y en el futuro no entenderán porque no pueden ensuciar cualquier otro libro.

 

3. USAR EL LIBRO SÓLO PARA DORMIR

Cuando solamente usamos los libros para llamar o inducir el sueño, éstos pierden su magia como portadores de historias maravillosas que despiertan la imaginación. Dejan de ser una puerta para la conversación y una oportunidad para la risa y el juego.  Leer libros en la noche es maravilloso, pero hay muchos otros momentos que pueden usarse para leer y, por otra parte, no todos los libros sirven para ese acogedor momento.

 

4. OBLIGARLOS A LEER CON NOSOTROS

Queremos que nuestros hijos escuchen el libro que les vamos a leer, así que sentamos al niño en nuestro regazo y libro en la mano empezamos la lectura. Pero, no siempre nuestros hijos nos quieren escuchar o puede suceder que se cansen pronto porque su periodo de atención es aún muy corto para todas las páginas que queremos leer con ellos. Entonces los apretamos para retenerlos;  ellos se sacuden tratando de liberarse de “una lectura placentera” y en esa lucha – y llanto - le cogen fastidio a esa “actividad” que mamá o papá les está mostrando. La próxima vez que ese adulto aparezca con un libro, evocarán ese sentimiento y se escabullirán de la situación.

 

5. ENFRENTAR EL LIBRO A OTRAS ACTIVIDADES PLACENTERAS 

Cuando los hijos son más grandes y tienen que leer por obligación escolar es frecuente que les recordemos que deben ir a leer. Entonces, es común pedirles que vayan a su cuarto a leer un rato. Mientras tanto, los adultos encendemos el tv del cuarto para ver la novela o nos sentamos a revisar el celular. El pequeñ@ se va solo a su espacio “castigado” a leer mientras oye y ve lo que nosotros estamos haciendo.

Seguramente puede parecerle mucho más divertido lo que hacen los otros y ese libro se convierte en algo odiado, obligatorio, que lo aleja de los demás y de las cosas que preferiría estar haciendo. En esos casos, es mejor acompañar al chico a  leer durante unos minutos, así sea juntos el mismo libro o cada uno con su propia lectura.

 

6. REGAÑARLOS POR NO LEER BIEN

Uno de los errores más frecuentes que cometemos los padres es regañar a los hijos cuando están leyendo en voz alta porque cambian una  letra o palabra, porque no respetan los signos de puntuación, porque trastabillan o porque leen muy lento. Los niñ@s necesitan saber que el adulto que los acompaña en la aventura de la lectura está ahí para ayudarlo y motivarlo, y, de su mano, lograr superar sus obstáculos. Deben poder leer en un ambiente de confianza en el que el adulto lo corrige con amor y paciencia, le da el modelo cuando no puede con una palabra y le susurra al oído con cariño las palabras difíciles que aún no ha aprendido.

El adulto, y en especial los muy cercanos al vínculo familiar, siempre deben ser cómplices que enseñan a amar los libros.


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