El sueño de ser mamá

Antes de venir a este mundo yo tenía claro mi objetivo de vida, mi tarea, a lo que venía. SER MAMÁ, era lo único que veía con claridad y determinación

Lo tenía tan claro que cuando llegué a los 20’s le decía a mi papá que si se ganaba el baloto no me contara porque quedaba embarazada. Ahora que me acuerdo de ese chistecito, malo por cierto, me doy cuenta de la estrecha cosmovisión que tenía sobre la maternidad. Me comí enterito todo lo que me vendió la sociedad y la cultura en la que vivo. Segundo y no menos importante, acepto la inmadurez de mi comentario. Ahora soy mamá y mi papá sigue sin ganarse el baloto.

Me soñaba TODAS las noches con el hombre de mi vida, el padre de mis hijos. Me soñaba casándome, siendo muy feliz, viviendo una vida en pareja así como la de las películas chick flicks. Corriendo en cámara lenta cogidos de la mano en una playa lejos de todo y con un brillo centelleante en los ojos que solo hablaban de amor, confidencia y amistad.

Me soñaba embarazada, con una “barriguita” diminuta, perfecta, puntudita, vestida demasiado fashion, súper chic. Juraba que iba a mantener mi vida tal cual la vivía, a diferencia que después de una larga pero productiva jornada laboral iba a llegar a ese “dulce hogar”.

Pues llegaron los 31 años y con ellos el amor y un retraso de una semana. – Hombre, ¿será que sí? Me voy a esperar 15 días para estar segura. Solo llevaba saliendo con el responsable 3 meses cuando la prueba de embarazo salió positiva.

– Diooojjjj mío y ¿entonces?

Salí a fumarme el último cigarrillo después de darle 16 años duro al pucho. Me fume ese cigarrillo con unas ganas que no les puedo explicar. Me lo disfruté como nunca me disfruté un cigarrillo y fui consciente entonces de que era la primera de una serie de cosas que iban a empezar a cambiar. El primer duelo de muchos; el primer desapego de muchos. La primera enseñanza de muchas.

Digamos que para ser sincera no empecé mi “sueño” de ser mamá como siempre lo imaginé

Digamos que para ser sincera no empecé mi “sueño” de ser mamá como siempre lo imaginé. Pero bueno, iba a ser mamá. Vaya vaya que alegría. (léase en tono cínico)

A los tres meses de embarazo estábamos buscando apartamento para irnos a vivir juntos, sobrellevando todas esas maluqueras de vomito, mareo, olores, sabores y fastidio a mi pareja. Tal cual, no aguantaba que me hablara, que me tocara, que respirara, que existiera.

Nada de esto empezó como me imaginé, pero pensé: -malo también es bueno. (Como decía mi bisabuela)

Llega el día de la ecografía de tamizaje y con ella la sorpresa de un 80% de probabilidad de Síndrome de Down. Le abrí la puerta a la depresión, me senté a comer porque no supe cómo manejar la noticia. Noticia que viene cargada no solo de información, sino también de un montón de exámenes que valen un ojo de la cara.

Cansada de escuchar lo que tenía por decir el Doctor, la familia, y cada ser humano que se cruzaba en frente de mi enorme barriga. Sí era enorme, la gente a los 5 meses de embarazo creía que tenía 9. En medio de tanta ansiedad, decidí dejarlo todo al cielo, al universo, al cosmos, a la vida, a la Luz, a la Divindad, a Dios. A cambio pedí sabiduría para enfrentar esta noticia y si no era mucho pedir, una niña llena de felicidad.

A los 9 meses ya vivía en otra ciudad, sin trabajo, sin amigos, sin familia cerca, y pesando la módica suma de 79 kilos. Misión cumplida Valentina, has subido 29 kilos.

El 25 de abril de 2016 a las 5:15 pm llegó Jacinta por parto natural y les juro que después de todo este proceso, el parto fue lo menos grave de todo; de verdad fue como dicen, el mejor día de mi vida. Por fin salía de mi barriga y podía descansar de las agrieras, la pubalgia, la ciática y el mal recuerdo del embarazo; bueno y obvio, por fin conocerla.

Sé que para algunas suena un poco fuerte y desalmado. Pero para mí no fue esa maravilla de la que hablaban, el milagro de la vida, la perfección de ser mujer, y todo ese romanticismo que hay alrededor de ser mamá. En serio fue un guarapazo en la cara y de frente.

El nacimiento de Jacinta me cogió cansada, mal dormida, gorda, deprimida y asustada. Con un revuelto de hormonas, sentimientos, emociones e información que de verdad era el cóctel perfecto para una gran depresión post parto. Esto sin mencionar el tema de la lactancia que me dio durísimo. Menos mal contaba con mi familia y el papá de Jacinta que me ha apoyado durante todo este proceso con amor infinito, entendiendo (a la fuerza algunas veces) todo este proceso, siempre apoyando amorosamente.

Hoy en día Jacinta tiene 1 año y 9 meses, soy mamá tiempo completo y me lo he ido gozando poco a poco, porque como todo en la vida, es una relación que se va construyendo. Durísimo sí, mucho, pero delicioso. Yo les digo, no ha sido fácil el camino que emprendí desde que supe que Jacinta venía, pero con ella este mundo cruel se vuelve más amable y esperanzador.

Yo soy de las que va diciendo: “Piense bien si quiere tener un hijo, si yo fuera usted lo pensaría dos veces” pero eso de dientes para afuera porque, así como hago ese chistecito, también voy diciendo el cliché “Jacinta ha sido un regalo para la vida misma”.

Ahora vivo bajo el lema: “Apreciar más lo simple y entender la transitoriedad de las cosas y su naturaleza”. Ver la cotidianidad con otros ojos, y apreciarla como un regalo; por ejemplo, Jacinta me dejó el gusto por la mazamorra, el chontaduro y la yuca.

Entre esos regalos también cuento el poder apreciar más las noches, el sueño, el tiempo, los amaneceres, la constancia, la paciencia y la tolerancia. El título de ser mamá, el tiempo en familia y su significado. Pero sobre todo la capacidad de sorprenderme con las cosas simples que ella va descubriendo todos los días.

Es mi oportunidad de poder contar a otras mujeres que la maternidad no es el cuento romántico que nos echaron siempre

Solo estoy escribiendo mi experiencia, no desde el negativismo sino desde el realismo. Es mi oportunidad de poder contar a otras mujeres que la maternidad no es el cuento romántico que nos echaron siempre.

La maternidad es una decisión que requiere de mucha valentía.  La vida con hijos es una maravilla y ser mamá tiempo completo tiene unas recompensas absolutamente gratificantes. Un hijo es tener la responsabilidad de formar seres con valores bonitos, de esos que se están perdiendo en estos tiempos violentos, para poder dar amor a este mundo que tanto lo necesita.

 

Valentía Mejía Estrada #Geekmom

 

 


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