La depresión post parto no es un juego

Ángela siempre ha sido una mujer positiva, alegre y, sobre todo, muy activa…

Es una de esas mujeres que no sé cómo organiza el tiempo, cuando tú has hecho dos cosas, ella ya lleva cinco. Es efectiva, inteligente y cariñosa.

Se casó con un buen chico, ambos muy enamorados, y tuvieron una hija preciosa. A los tres años parió a su segunda hija, y tuvo una depresión post parto que le duró casi un año. Se pasaba el día llorando, le gritaba a todos, incluso le gritaba a su bebé en ocasiones, lo que le hacía sentirse la persona más horrible del mundo. Se quería morir. No tenía ganas de coger o de abrazar a su hija recién nacida, no quería salir de casa ni hacer ningún tipo de vida social, solo vegetar en la cama o en el sofá.

"Tenía pensamientos extraños, pensaba que se estaba volviendo loca y tenía miedo de quedarse a solas con su bebé, miedo de llegar a pegarle…"

Tenía pensamientos extraños, pensaba que se estaba volviendo loca y tenía miedo de quedarse a solas con su bebé, miedo de llegar a pegarle. Mientras la niña dormía estaba mejor, pero cuando comenzaba a despertar, Ángela notaba como la ansiedad iba creciendo en ella rápidamente, y si la bebé lloraba mucho se volvía muy irascible. 

Amaba con todo su corazón a su hija, pero no entendía por qué con ella se sentía así y por qué no le había sucedido con la primera. No entendía por qué no podía disfrutar plenamente de su segunda maternidad, por qué se sentía como si no tuviese vida, como si estuviese siempre sola aun rodeada de gente. Llegó incluso a arrepentirse de haberla tenido.

Al principio su marido no entendía nada. Él pensaba que las depresiones post parto duraban sobre quince días y luego desaparecían, tal y como habían llegado. Ángela no tenía niñera porque quería implicarse personalmente en la crianza de las niñas, por eso dejó su trabajo y se dedicó 100% a la maternidad.

 

 

Pero la situación llegó a un punto imposible. Su marido contrató a una pensando que aquello solucionaría mucho la situación, que ella tendría más tiempo libre, menos responsabilidad, y que al poder relajarse mejoraría su estado. Pero no fue así. Ángela seguía sintiéndose inútil, culpable y sin ilusión.

Esta historia que les he contado es la de Ángela, pero también podría ser la de Carmen, Elena o María.

Muchas más madres de lo que pensamos padecen o han padecido depresión post parto, aunque lo callan por vergüenza. La depresión sigue siendo una enfermedad estigmatizada, y la depresión post parto (DPP) aún más pues, ¿cómo puede ser que acabes de cumplir tu sueño de ser madre, y te deprimas?.

No se sabe a ciencia cierta cuál es la causa que la desencadena, pero lo normal es que sea debido a un cúmulo de factores. Acabas de parir y estás hormonalmente inestable. A esto le podemos añadir un cóctel de estrés, agotamiento, y una enorme falta de sueño.

Tu vida cambia completamente, y las cosas no son cómo te habían contado ni como esperabas. Puedes incluso llegar a pensar en lastimarte a ti misma o a tu bebé.

Hay muchos más motivos que se pueden ir añadiendo, pero sea cual sea la causa ten muy claro que no estás loca, no estás sola, y hay muchas más como tú, aunque no lo digan. Es importante que sepas que de esto se sale, pero cómo decía la famosa frase “sola no puedes, con amigos sí”. Trasladándola a este caso, el primer paso y principal es CONTARLO.

No calles por lo que estás pasando, pide ayuda a tu pareja, a tus padres, hermanos, amigas íntimas. Y a partir de aquí, nos vamos a poner manos a la obra:

1.- Ve a un psicólogo Este paso es importante, porque será alguien con quien no sólo podrás hablar y sacar todo lo que llevas dentro sin sentirte juzgada, sino que te dará una serie de pautas con las que mejorar tu vida. Y si es necesario, te dará la medicación adecuada para tu caso.

Recuerda que, si estás amamantando, debes decírselo. Y recuerda que “de madres felices, hijos felices”, a tu bebé no le va a importar que no le des leche, si tienes que medicarte para estar bien. Él te quiere tal y como eres, para tu bebé eres la mejor madre el mundo, y no te cambiaría por nadie.

 

2.- No estés sola con el bebé Al estar siempre acompañada, la angustia y la ansiedad que sientes remitirá. Habla con tu marido, tu madre, tu tía, quién sea, para que te ayuden y tengan mucha paciencia, porque tú estás muy sensible y a la vez muy irascible. ¡Pero eso no va a durar eternamente!

 

3.- Duerme Te parecerá una tontería pero no lo es. Duerme todo lo que puedas cuando puedas, si tu bebé duerme aprovecha para hacerlo tú también. Y si necesitas tiempo extra, que alguien se encargue del bebé para que tú puedas hacerlo.

 

4.- No tienes que ser una súper woman ni una súper mujer, ni súper nada, sólo tú misma. Pedir ayuda es lo mejor que puedes hacer, ¡así que hazlo! No eres una mala madre por no estar bien, eres humana y estás enferma.

 

5.- Relativiza lo que te está pasando y date tiempo No pasa nada si el tiempo pasa y aún no estás bien. Puede que la DPP te duré un mes o seis, pero sea como sea, lo importante es que des el primer paso hablando sobre tu situación, verás como es más fácil el resto del camino.

 

6.- Haz ejercicio Para ello lo ideal es que tengas un rato al día para ti, sin bebé, sin estrés. Sal a caminar, corre, ve al gimnasio, a nadar, lo que sea que te permita respirar, salir de tu entorno, y liberar endorfinas.

 

7.- Busca un tiempo a solas con tu pareja Tú estás mal, pero él no entiende nada. Al estar deprimida no sólo se resiente tu relación con el recién nacido, sino sobre todo con tu pareja. Buscar un hueco al día si puede ser para los dos solos, sin niños.

Hablar de cómo te sientes, y si es necesario acudir juntos a terapia. Que nunca les de miedo pedir ayuda y reconocer un problema.

 

8.- Los amigos están para algo más que tomar un café Si son amigos de verdad, que te ayuden de manera efectiva. Que durante un tiempo te lleven al niño al cole, o al bebé a dar un paseo, o que te ayuden con la compra, la limpieza de la casa o la hora del baño. ¿Tú no lo harías por ellos? Pues entonces.

 

*Artículo originalmente publicado en Diario de una madre inexperta

 


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