Adopción: un embarazo de corazón. La historia de Cristina, Santiago y Micaela
Cristina Beltrán #Geekmom nos cuenta cuándo Micaela la escogió como mamá, la alegría de toda la familia y el momento por el que está pasando…
Ser madre y ser mamá son dos cosas muy diferentes. Casi todas las mujeres tenemos la capacidad de crear vida dentro de nuestro vientre, pero somos pocas las que decidimos criar, amar y responsabilizarnos de un niño, haya crecido dentro de nosotras o no.
Desde que me acuerdo siempre soñé con ser mamá. A los 4 años cuidaba mi primera lonchera de Hello Kitty para que mi hija algún día fuera al colegio con ella. Cuidaba mis juguetes, mi ropa y muñecas como tesoros para que en un futuro mis hijos los disfrutaran como yo.
Pasaron los años y al cabo del tiempo conocí a mi esposo y nos casamos. Teníamos claro que queríamos una familia, pero pasaban los años y no quedaba embarazada. Que hiciera ejercicio, que me tomara un té de X hierba, o uno de miel especial de no se qué abeja… todo lo que me dijeron lo hice. Inseminaciones, fertilizaciones, acupuntura, terapia neural, cuanto médico y tratamiento me dijeran yo lo hacía.
Finalmente entendimos que nuestro destino era otro. Sin discusión alguna, adoptar fue una decisión unánime y orgánica. Todo fluyó.
Finalmente entendimos que nuestro destino era otro. Sin discusión alguna, adoptar fue una decisión unánime y orgánica. Todo fluyó. El universo tiene un orden y cada historia tiene un comienzo, y el nuestro, como familia, comenzó con la llegada de Micaela.
Soy organizadora de eventos graduada de un colegio alemán, entonces mi nivel de psicorigidez y orden es bastante alto. Desde el día que llegó la carta diciendo que “estábamos embarazados” (la carta aprobando el proceso de adopción) mandé a hacer una cama cuna, decoración unisex, saqué mis loncheras de Hello Kitty (así fuera niño le TIENE que gustar Hello Kitty jajaja) y preparé la llegada de nuestro bebé.
Ropa heredada colgaba ya en el closet, el coche heredado estaba armado y limpio. Mis amigas me hicieron un baby shower lleno de regalos, y aunque no sabíamos cuándo llegaría, ni de qué edad, ni de qué género… ¡TODO ESTABA LLENO DE AMOR!
A diferencia de un embarazo de vientre, el embarazo de corazón lo viven ambos papás. No hay náuseas, barriga, y estrías para la mamá, sino nervios, incertidumbre y ansias para ambos papás.
La llamada llega de repente. Estaba haciendo una vuelta cualquiera cuando me llaman: “Les tenemos una niña de 4 meses de pelo y ojos negros esperándolos. ¿Cuándo podrían pasar?” Así tal cual!!! Como un baldado de agua fría. PLOP! Tu mente corre!! Ya?? Niña? 4 meses? Llamé a mi esposo y casi se muere. Salimos a comprar los pañales y la leche con los teteros correspondientes.
Toda la familia ya estaba que no podía de la emoción. Llamé a la fotógrafa y videógrafo (sí, tenía ya contratados a profesionales para que documentaran este día) para confirmar la hora y lugar del encuentro. Y fue así, como un 12 de julio encontró Micaela nuestras vidas, vestida de caballo colorido y medias de Hello Kitty.
Ha pasado ya casi un año y medio desde que llegó Micaela y hace como 2 meses supe que estaba embarazada. Sin planearlo, sin pensarlo, sin esperarlo… así no más pasó. Mucha gente me advirtió que pasaría. Que uno se relaja, que deja de pensar en eso; todos los argumentos son válidos y seguro muy ciertos.
Pero dentro de mí sé que cuando Micaela nos escogió como padres ella misma tenía un plan. Ella debía llegar primero a nuestras vidas, enseñarnos a ser padres, a unirnos como pareja, a alegrar a toda nuestra familia.
Mucha gente cree que uno al adoptar está haciendo “una obra de caridad”, salvando a un niño, que es un acto de valentía y amor. Lo que no saben es que los niños adoptados escogen a sus papás y son ellos los que nos salvan. Nos salvan de la soledad y de la tristeza.
Ahora tengo la oportunidad de estar del otro lado. Ver en una pantalla como va creciendo un ser dentro de mí. Como algo tan pequeño puede causar tantos cambios en mi cuerpo y en mi mente. Ahora soy yo la que tiene náuseas, barriga y estrías, pero también nervios, incertidumbre y ansias. ¡¡¡Así es la vida!!!
Cristina Beltrán
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