Mamás, dejémonos de vainas

La maternidad sí nos ha dado el amor más grande que podamos sentir. Pero también nos ha nublado el sentido del humor…

Es una realidad que desde que parí mi círculo social está compuesto en su mayoría por mamás. Cuando nos reunimos en piñatas, nos tomamos un café e intentamos hablar de algo que no sean nuestros hijos, todo se queda en intento. Siempre salgo de las reuniones con la sensación que al haber sido mamás hemos perdido el sentido del humor.

Por supuesto que esto no es una verdad, es un sentimiento recurrente que vivo en el mundo de la maternidad. Es una experiencia personal. Así que si alguna se siente identificada con este artículo ¡bienvenida!. A las que les parece que estoy desvariando no se lo tomen personal. También puede ser que esté sola con mis hormonas en este parecer.

La maternidad es el escenario perfecto para recurrir a la sátira

La maternidad es el escenario perfecto para recurrir a la sátira. Me burlo todo el tiempo de lo ridícula que puedo llegar a verme en determinadas situaciones con mi hija Jacinta. Sonrío sola en el carro al acordarme que dije muchas veces que no sería una mamá como la que soy. Acepto que me salen lágrimas de risa al leer comentarios de mamás desesperadas en Facebook.

Pero es precisamente poca sátira la que me ha acompañado estos dos años desde que soy mamá. Extraño poder hablar de sexo con una copa de vino riendo a carcajadas. Porque sí, hasta el sexo se vuelve tabú. En la maternidad la vida en pareja es tan importante como el mismo hijo, pero poco se habla de esto.

Parece obligación que entre mamás hablemos de la crianza y desarrollo de nuestros hijos. Cuando nos vemos estamos tan rígidas y sumergidas en temas de maternidad que solo nos preguntamos ¿tu hijo a qué edad se sentó? ¿cómo haces para que duerma toda la noche?.

Todo esto empeora cuando alguna de las integrantes del club maternal quiere desahogarse, y solo recibe consejos con tono de superioridad. También es bastante común que no reciba ningún consejo, en cambio termina oyendo la impecable experiencia de la que está al lado “ a mí no me pasó eso.. yo sí pude lactar…. Mi marido es increíble….”.

Poca autenticidad veo hoy por hoy en la maternidad. Todas andamos por la vida justificando nuestras decisiones. Sueño con mamás que digan “¡yo no lacté porque me pareció horrible la experiencia!” pero la realidad es que oigo, “yo solo pude lactar un mes porque mi bebé no se engordó… o es que quedaba con hambre”. Para las mamás hablar abiertamente y de forma escueta se volvió un pecado, o sinónimo de crueldad.

Por supuesto que no me excluyo de estas actitudes, me he visto y oído dando consejos y tips que no me han pedido. Porque nos volvemos expertas en dar consejos cuando no los han pedido. Poco oímos y mucho hablamos. Pasa en la vida real y en las comunidades virtuales donde alguna valiente hace una pregunta y hay 50 respuestas donde ninguna lee a la otra.

Siempre listas para defendernos. Peleando porqué mamá trabaja más, si la que sale de casa o la que se queda en casa con su hijo. Demasiado susceptibles. ¿No pues que somos fuertes?.

Las nuevas comunidades virtuales de mamás se hinchan de orgullo repitiendo que son mamás unidas, que están para apoyarse unas a las otras. A mí la idea me parece estupenda, pero eso es lo que menos siento cuando estoy rodeada de más mamás.

Si queremos estar unidas, estémoslo de verdad, oyendo y aceptando las diferencias. Vivamos la maternidad con autenticidad, soltémonos, dejemos tanta rigidez.  Bastante fuerte es cuidar un bebé, compartir en matrimonio y convivir con las hormonas como para estar codeándonos las unas a las otras.

Dejemos a un lado el juicio moral. Dejemos de poner a competir a nuestros hijos. No importa qué hijo caminó primero, o si el del lado se come o no todas las verduras como come el mío. Seamos compasivas de verdad, vivamos la maternidad con humor.

Poder reírnos cuando la realidad se desdibuja, es medicina. Los niños necesitan mamás reales, imperfectas, seguras, bondadosas y por supuesto que sepan reírse de todo lo que pueda salir mal.

 

Valentina Mejía  #Geekmom

 

 

 


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