10 libros perfectos para abordar temas difíciles con los hijos

Como padres siempre queremos lo mejor para nuestros hijos. Por eso, procuramos que se alimenten de manera sana: poca sal y azúcar, nada de comida “chatarra” y abundantes frutas y verduras…

Vigilamos los programas de televisión y las películas que ven y restringimos el acceso a ciertos contenidos en línea que los pueden agredir y poner en riesgo.  También limitamos y censuramos algunos libros infantiles y juveniles porque consideramos fuertes en las imágenes o el texto no son adecuados o no pertinentes en un determinado momento o  edad.

Sin embargo, vale la pena aclarar al respecto varias cosas.

Primero, algunas editoriales clasifican los libros por edades (para 4 años, 6 años, 8, 10 o 12) como una estrategia comercial.  Habría que aclarar que la edad lectora de un niño corresponde a su edad física.

Hay chicos de 8 años que aún están empezando a leer por si solos o que siguen luchando con su proceso lector, en tanto que otros de la misma edad ya han leído todo lo que un niño de doce hubiese podido leer. Mientras hay lectores voraces cuyos aprendizajes de la lectura son avanzados para su edad,  hay otros reticentes, otros muchos más lentos , otros que definitivamente no se han encontrado en las letras y todos los libros les parecen aburridos.

Las edades lectoras son procesos individuales y personales, distintos en cada niñ@ y dependen de varios factores: el fomento a la lectura, el modelo lector, el acceso a libros, el desarrollo de habilidades y capacidades y experiencias lectoras previas.  Esto explica que pueda  haber niños que a los 10 años se sientan satisfechos tan sólo cuando leen  cosas mucho más complejas y avanzadas que las que corresponderían a su edad cronológica.  

Algunas editoriales han buscado otras maneras más prácticas y útiles  de clasificar “comercialmente” los libros que puede ser un poco más práctica y útil.  Por ejemplo, aprendiendo a leer, leyendo solos, lectores en marcha, yo leo solo, yo leo con otros, y semejantes. Este parece ser un sistema más amplio y efectivo a la hora de orientar a los chicos.

Otra razón para desaprobar un libro puede ser su tema. Cada padre conoce a su hijo y sabe para qué está listo y para qué no.  Es un hecho que hay libros con temas complejos o sensibles que producen reticencia en los padres, pero muchos chicos terminan leyéndolos ya sea porque están  de moda o simplemente porque quieren poder participar de la conversación con sus amigos.

Hay temas fuertes que tienen que ver con sexo, violencia y droga que aparecen en algunos libros juveniles, pues son realidades de la juventud actual. Ciertos muchachos no se sienten atraídos hacia ellos mientras que para otros son como un imán. En algunos libros estos temas ocupan el eje central, en otros solo son un párrafo que pasa desapercibido. Algunos padres se agarran de ese párrafo para prohibir y fustigar. Sin embargo, el mensaje debe ser coherente: si se censuran estos libros por temas de violencia, quizás también hacerlo con algunos videojuegos muy populares entre la población infantil, y si no están de acuerdo con ciertos temas románticos o terroríficos en los libros, tampoco deberían dejar que sus hij@s vean ciertas telenovelas y otros programas en la TV. Hay tantos libros disponibles en el mercado, que bien vale la pena ayudarles a escoger lo apropiado, algo que sea acorde a su momento de desarrollo, que les permita comprender aquello que están viviendo.

Más que censurar por el tema, los padres deberían estar ahí por si sus hijos necesitan hablar sobre cualquier tema en los libros: desde la amistad, hasta el abuso; desde la traición hasta el sexo y desde la pelea sencilla hasta la violencia. Recordemos que el libro siempre es una ventana a la realidad y puede ser una estupenda excusa para poder abordar temas difíciles.

Con los más pequeños, hay ciertos libros que no gustan a los padres pero que son ideales para esos lectores reticentes. Esos temas escatológicos, que molestan y fastidian a los adultos, en algunos libros son muy bien manejados y en los lectores generan risa y atracción. Esos chicos que no son lectores, que no disfrutan de la lectura y que no leen porque no les gusta hacerlo, encuentran en estos libros una posibilidad de leer algo divertido, de reírse y de terminar el libro. Algunos de estos libros son:

1. El topo que quería saber quién se hizo aquello en su cabeza – Werner Holzwarth y Wolf Erlbuch

2. El libro de la caca – Pernilla Stalfelt

3. La mosca - Gusti

4. El baño no fue siempre así - Federico Kukso e Ileana Lotersztain y Javier Basile

5. Asquerosología - Sylvia Branzei y Jack Keely

6. El libro apestoso – Babette Cole

7. Pelos por todas partes - Babette Cole

8. Mocos – Lucia Serrano

9. Todos hacemos caca – Taro Gomi

10. Las princesas también se tiran pedos - Ilan Brenman e Ionit Zilberman

 


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